Es marzo 6 y salimos de Punta Arenas rumbo a uno de los 2 cruces en ferry que nos llevan del fin del continente a la Isla de tierra del fuego. El cruce más cercano (y que es la ruta más corta) queda justo a la salida de Punta Arenas y cruza a un lugar llamado Porvenir, sin embargo tuvimos que ir al otro cruce, a más de 150 kms en la vía a Rio Gallegos, que cruza por la parte más angosta del estrecho de Magallanes debido a que el Ferry que cruza a Porvenir solo zarpa una vez al día lo habían reprogramado a la tarde, no nos daba el tiempo suficiente para llegar con luz de día a Rio Grande (Argentina).
Aun era de mañana y habíamos llegado un trayecto largo y recto de la ruta 255 hacia el este, eso no es bueno porque el sol sale tarde y le da directamente a uno en la cara reduciendo mucha la visibilidad. Desde hace días se veían muchos ñandús (enorme ave similar a un avestruz pero de origen suramericano) pero esa mañana quiso la suerte que se juntaran todos los elementos para no verlas. La carretera era recta, y la luz del sol venía de frente a mis ojos, a mi derecha tenía una cerca con estacas equidistantes y toda la superficie a los lados de la carretera estaba poblada con pequeños arbustos, más adelante había un grupo de ñandús cruzando la carretera, pero sus largas patas se confundían con las estacas y sus cuerpos de plumas negras eran del mismo tamaño de los arbustos. De repente, a unos 100 metros, vi que un grupo de arbustos se movían en diferentes direcciones, fue en ese instante que los pude ver, la mayoría salió corriendo, alejándose de la carretera y saltando la cerca, pero 3 de ellas, posiblemente más jóvenes e inexpertas se quedaron quietas con intenciones de cruzar frente a mí, iba muy rápido para poder detenerme, solo pude bajar un poco la velocidad y en ese momento dos de ellas decidieron cruzar justo frente a la moto, no había nada que pudiera hacer, si me abría a la izquierda podría estrellar de frente a la primera que cruzaba, lo mismo a la derecha, así que mantuve firme el manubrio y decidí seguir de frente, era la mejor opción para evitar una caída, la primera ave corrió y alcanzó a pasar hacia la izquierda, pero la segunda dudó y frenó justo cuando estaba a pocos metros, alcancé a corregir la moto solo un poco hacia la izquierda y evité estrellarla con el frente de la moto, pasó rozando y sentí una parte su cuerpo rozar con mi pie derecho, la moto como tal la estaba esquivando pero no mis anchas maletas de aluminio, al momento que sentí que pasaba escuché un golpe en seco. Fue solo un sonido porque no sentí que la moto se moviera, la inercia debido a la velocidad y al gran peso era muy grande, bajé la velocidad pero no frené inmediatamente, frené un poco más adelante. Mi amigo Amzah cruzaba por el mismo lugar a mucho menos velocidad pues había visto el golpe desde atrás. Me detuve y desde unos 200 metros vi el cuerpo del ave tendido en el piso, fue un momento terriblemente triste para mí. No había sido mi intención matarla pero igual me sentía miserable, si hubiera venido más lento, si hubiera cruzado tan solo unos segundos antes o después, o si me hubiera concentrado más en el horizonte, tal vez eso no hubiera pasado. También pudo ser peor, si hubiera estrellado una de frente posiblemente hubiera terminado en el piso, incluso afuera del camino. Un par de ñandús estaban cerca de la que yacía caída, la miraban confundidas. Al menos pude ver que no se movía, no había rastros de sangre o plumas en la moto así que había sido un golpe limpio y seco, al menos supe que había muerto rápido y sin mayor dolor. Ya me había pasado con un par de pajaritos que se cruzaron y se estrellaron contra la moto, pero un ñandú era algo totalmente diferente, haberle quitado la vida a un ave de ese tamaño, que seguramente había pasado tantos peligros para crecer y sobrevivir en un lugar tan inhóspito, el algo verdaderamente triste. Mi amigo Amzah intentó animarme y seguimos avanzando rumbo al ferry viendo el estrecho de Magallanes a nuestra derecha. Por supuesto, no hay fotos del incidente, no hubiera sido capaz.
A diferencia del cruce de Provenir por donde solo cruza un ferry una vez al dia, por este segundo cruce llamado Punta Delgada, va y viene un ferry continuamente y el paso solo dura unos 15 minutos, existe una amplia plataforma donde el ferry baja la rampa al a vez que termina de dar la vuelta para regresar, pero para nuestra sorpresa, el ferry no se detiene completamente, cuando uno afronta la rampa para subir, la nave se sigue moviendo hacia la izquierda. El ferry tiene costo pero en ese primer viaje no encontramos quien vendía los boletos y nadie nos cobró, así que salió gratis.
15 minutos después nos encontrábamos en la Isla Grande de Tierra del Fuego. El nombre se debe a que cuando Hernando de Magallanes descubrió y recorrió los más de 400 kms del estrecho que hoy lleva su nombre y que comunica el atlántico con el pacífico, durante todo el trayecto ni él ni nadie de la tripulación vio a ningún nativo, pero en cambio vieron una gran cantidad de fogatas, seguramente encendidas por los nativos Selk’nam dando aviso de las extrañas embarcaciones. Estas fogatas fantasmales hicieron que la Isla Grande y las demás islas al sur del estrecho fueron llamadas “Tierra del Fuego”
Cuando atravesábamos el canal de Magallanes veníamos escapando de una columna de nubes que viajaba también rumbo al sur, pero al llegar a la isla estaba soleada y el paisaje era simplemente estimulante, no había mucho para ver en esas amplias planicies pero la vegetación era un poco diferente a lo que habíamos visto en el resto de la Patagonia, veíamos pastizales dorados bajo un cielo azul intenso y el último trayecto hacia la meta nos esperaba.
El único pueblo del lado Chileno de la isla se llamaba Cerro Sombrero, a uno 40 kms del desembarco del ferry. Llegamos como a las 12 pero la estación de gasolina estaba cerrada hasta la 1 por hora de almuerzo, y necesitábamos ese combustible. Almorzamos en el único hotel-restaurante del pueblo, un lugar bastante bueno, debería llamarse el “último chance” porque no hay nada hasta la frontera con Argentina dentro de la isla. Después de llenar los tanques de las motos nos esperaba un último esfuerzo pues casi todo el lado chileno de la isla está aún sin pavimentar.
Y acá comenzó la diversión, el pavimento estaba un poco mejor de lo que esperábamos, pero algunos sectores tenían mucho ripio suelto, es especial cerca del cruce de Porvenir, puesto que están comenzado a pavimentar la carretera y usan la gravilla en la construcción. Era difícil cambiar de huella porque las piedras se acumulan mucho entre las huellas que dejan los vehículos. Después de llegar al cruce de Porvenir la vía gira hacia el este, y son unos 40 kilómetros hasta la frontera con Argentina, el camino era sinuoso pero de tierra firme y no mucha piedra, fue simplemente fabuloso.
La frontera fue fácil. Aun faltaban unos 90 Kms hasta Rio Grande e íbamos a llegar con luz de día. El viento era fuerte al bordear la costa, y el viento de la tarde es generalmente más fuerte. Llegamos al centro de Rio Gallegos, una ciudad de buen tamaño, con muchos habitantes, comercio e industria. Es petróleo está en auge y no fue fácil encontrar hotel, pero por suerte encontramos un hostal de un señor muy amable, pudimos dejar las motos al frente y comer ahí mismo. Fue un día largo pero llegamos bien. Solo nos faltaba un día para llegar a Ushuaia y el clima había sido benévolo con nosotros.
Al otro día salimos un poco tarde, casi a las 10 AM, a hacer fila en la estación YPF, como por variar ya que la gasolina es mucho más barata allí que en otras gasolineras. Solo hay un poco más de 200 KMs entre Rio Grande y Ushuaia. Justo saliendo de Rio Grande, aún dentro de la ciudad, pasó una ráfaga de viento muy fuerte, era difícil mantener el carril, y fue una sorpresa que esto pasara dentro de la ciudad teniendo el abrigo de las construcciones.
Muchos no lo saben pero la cordillera de los Andes no termina en el continente sino en la isla de tierra del fuego, así que desde Rio Grande debía cruzar la cordillera una vez más. Conforme subíamos las laderas de las montañas, comenzó a llover y el frio se comenzó a sentir. Pasamos por un pueblo llamado Tolhuin, que curiosamente es famoso por una panaderia, en realidad es una panaderia con un pueblo alrededor. Paramos para tomar un café y obtener algunas calorías. El pan es sublime. El punto más alto es el paso Garibaldi que solo tiene 450 metros. Los paisajes desde este lugar hasta llegar a Ushuaia son fantásticos.
Ushuaia está rodeada de montañas, las cuales funcionan como una barrera climática que la protegen un poco de las bajas temperaturas australes. Quienes se imaginan que la ciudad más austral del mundo es un pequeño poblado se equivocan, es una de las ciudades más industrializadas de Argentina, ya que además de zona franca desde hace años fue declarada zona libre de impuestos para las fábricas que decidieran establecerse, así que las grandes empresas del país están radicadas ahí, hay una gran población flotante de trabajadores, ya que en este lugar los salarios pueden ser el triple que en resto del país. Además Ushuaia es un puerto marítimo muy importante.
Encontramos lugar en un hostel llamado Los Lupinos. Con el auge del trabajo, más del 60% de los huéspedes eran trabajadores y marinos. Tuvimos buena suerte ya que junto al hostel quedaba un restaurante que había cerrado, y ofrecía un espacio para dejar las motos.
La ciudad tiene su atractivo, aunque como todos los puertos la atmosfera es movida y puede llegar a ser pesada. Por lo menos aburrida no fue. Al siguiente día tomamos un tour que nos llevaría por el canal del Beagle, pasando por islotes habitados por pingüinos y leones marinos, frente a Puerto Williams, el cual sería el poblado más austral del mundo, con unos 2600 habitantes asentados alrededor de una base militar Chilena. Pero para no quitarle status a Ushuaia, los Argentinos han aclarado que Puerto Williams no alcanza el status de ciudad, por lo cual Ushuaia, con sus más de 70.000 habitantes sería la ciudad más austral del mundo.
El catamarán nos llevó por el canal de Beagle con destino a Harberton, una estancia fundada por los más antiguos colonos de esta zona, una familia Anglicana de origen británico que recibió del estado Argentino unas vastas tierras a cambio de establecer una misión. Durante muchos años Harbertón fue una estancia que producía toneladas de lana de ovejas. Hoy en día el negocio de las ovejas fue mudado a una isla donde no hay depredadores, y Harberton vive ahora del turismo, además descendientes de Tomas Bridges fundaron junto a la estancia el Museo Acatushún de Aves y Mamíferos Marinos Australes, que ha recolectado cientos de especímenes marinos y desarrolla investigaciones en torno a la preservación. Fue impresionante ver los esqueletos de las ballenas y marsopas.
De regreso a ushuaia por tierra, atravezamos valles con miles de arboles arrasados por castores, y pudimos ver bosques de Lengas, una especia de roble que es el arbol insigna de tierra del fuego, y su peculiar forma está dada por la fuerza del viento. Tambien visitamos el valle de los lobos, un cridero de perros que halan trineos de nieve en el invierno.
De nuevo estoy en Ushuaia, la ciudad más austral del planeta, aun me quedan más de 3000 kilometros para regresar a Buenos Aires donde mi viaje terminará, pero aún no es así, aun me falta atravezar los fiordos de la patagonia en barco, cruzar parte de la patagonia Chilena y volver a la mitica ruta 40 hasta las tierras de Mendoza. Pero por ahora estoy acá, y si, se siente como estar en el fin del mundo.